Este
primo de las musarañas, en peligro de extinción, surgió hace más de 60 millones
de años, y sólo se lo encuentra en el Cuba, Haití y República Dominicana.
Y es sumamente extraño: es venenoso, sólo puede correr en zigzag, y la hembra
tiene sus glándulas mamarias cerca de la cola.
Cuando
se piensa en mamíferos extraños, el primero que viene a la mente de la mayoría
ornitorrinco, ese simpático animal australiano acuático con pico de pato y que
nace de huevos. Pero en el Caribe hay uno algo más extraño: el solenodón,
que compite seriamente para ser galardonado como el mamífero más raro de
América.
Quedan
dos especies en el mundo, conocidas como almiquí en Cuba (Solenodon
cubansus) y la isla La Española (Solenodon paradoxus), dividida entre Haití y
República Dominicana. Este pequeño mamífero de trompa exagerada es el último
representante de la familia de los Solenodontidae, y es un auténtico fósil
viviente, ya que su evolución se detuvo hace 60 millones de años, millón más o
menos de cuando los grandes dinosaurios se extinguieron en el Cretáceo.
Sin
embargo, ‘recién’ en 1833 fue catalogado por el naturalista alemán Johann
Friedrich von Brandt. Una de las causas es que este animal, de un máximo de 32
centímetros de longitud (y una cola de 27 centímetros) es nocturno,
solitario, y muy huidizo. En más de una ocasión se había creído que se
extinguió, hasta que las investigaciones del biólogo dominicano José Alberto
Ottenwalder confirmaron que hay varios ejemplares de este pequeño mamífero en
poblaciones pequeñas y muy dispersas.
En permanente riesgo de extinción
Sin
embargo, el pobre animal está en peligro de extinción en la lista roja de la
UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Las causas
son la deforestación y el deterioro de su hábitat, nuevas gotas que
rebalsan el vaso de su vida tan al filo en los últimos siglos: hasta que el
hombre pobló estas islas caribeñas, el solenodón no tenía predadores que
pusieran en riesgo su vida.
Pero
la llegada de los primeros perros, con los nativos primero, y de más canes con
gatos, mangostas y hurones con los conquistadores españoles después, diezmaron
su población. Y actualmente, las piaras de cerdos salvajes destruyen el fondo
de tierra donde este animalito busca su alimento, consistente en insectos y
algún reptil o batracio pequeño, según un estudio del Grupo Jaragua, de
República Dominicana.
El
solenodón presenta numerosas rarezas que lo hacen tan particular. Como los
topos, con quien está lejanamente vinculado, tiene una pésima visión, que
compensa con un excelente olfato. Este se expande, como si fuera un radar, con su
larga trompa que tiene una gran flexibilidad, y puede rotar como si fuera un
codo humano. Gracias a estos movimientos, puede escarbar en la tierra en
búsqueda de los insectos que constituyen su dieta.
Este
es un mamífero venenoso, por extraño que parezca: a cada lado de su
mandíbula inferior, en el segundo incisivo, tiene una ranura del que inyecta
veneno a su víctima. De hecho, la palabra solenodón significa, en griego,
“diente surcado o acanalado”.
Dramático destino
La
hembra pare tres crías, pero sólo tiene dos glándulas mamarias. O sea, una de
las crías morirá de hambre poco después de nacer
Este
veneno es letal para el mismo animal; de hecho, no sólo le sirve de defensa
ante predadores, sino que es el arma que utiliza para conquistar a las hembras:
cuando dos solenodontes se enfrentan por la conquista del apareamiento, sólo
uno sobrevivirá. El otro morirá víctima del veneno de su contrincante.
Este
destino trágico ya viene marcado desde el nacimiento. La hembra pare tres
crías, pero sólo tiene dos glándulas mamarias (otra rareza: estas se
ubican detrás, casi en la base de la cola del animal). O sea, una de las crías
morirá de hambre poco después de nacer.
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