miércoles, 9 de agosto de 2017

Albatros

Los albatros constituyen un grupo de aves de porte grande a muy grande; son los de mayor tamaño del orden Procellariiformes. Su pico es grande, fuerte y aguzado, con el maxilar superior que termina en un gran gancho. El pico está compuesto por varias placas córneas (ranfotecas) y lateralmente presenta dos narinas con forma de tubos que acompañan las caras laterales del pico, por donde expulsan la sal (y que dieron lugar al antiguo nombre del orden Procellariformes: Tubinares). Las dos narinas tubulares de todos los albatros se disponen a lo largo de ambos lados del pico, al contrario de los demás Procellariiformes, en los que los tubos sólo se sitúan en la parte superior del pico. Estos tubos permiten que tengan un sentido del olfato especialmente desarrollado, algo raro entre las aves. Como los demás Procellariiformes, utilizan esta capacidad olfativa para localizar potenciales fuentes de alimento. Los albatros, al igual que los demás Procellariiformes, necesitan bajar el contenido de sal que se podría acumular en sus cuerpos a causa de sus ingestiones de agua de mar mientras se alimentan. Todas las aves tienen una amplia glándula nasal en la base del pico, encima de sus ojos, que elimina la sal a través de las fosas nasales.
Las patas no tienen un dedo opuesto en la parte posterior, y los tres dedos anteriores están totalmente unidos por una membrana interdigital, que les permite nadar, así como posarse y despegar deslizándose sobre el agua. Sus patas son particularmente fuertes en comparación con el resto de los Procellariiformes, de hecho, entre los miembros de este orden sólo los albatros y los petreles gigantes consiguen desplazarse con eficiencia en tierra.
El plumaje adulto de la mayor parte de los albatros se caracteriza porque presenta una coloración oscura en la parte superior de las alas, mientras que la parte inferior es blanca, de forma similar a las gaviotas. Esta característica se presenta de forma diferente dependiendo de las especies, desde el albatros real (Diomedea epomophora), que es casi totalmente blanco excepto en las puntas y el extremo posterior de las alas en los machos adultos, hasta el albatros de Ámsterdam (Diomedea amsterdamensis) que cuenta con un plumaje muy semejante al de los ejemplares jóvenes, en los que predominan los tonos castaños, en especial en una banda que destaca en torno al pecho. Muchas especies del género Thalassarche y albatros del Pacífico Norte tienen unas marcas faciales, como manchas oculares, o manchas cenicientas o amarillas en la cabeza y la nuca. Tres especies, el albatros de patas negras (Phoebastria nigripes) y las dos especies de albatros oscuros (género Phoebetria), se alejan por completo de los patrones habituales y son casi por completo de color marrón oscuro, o gris oscuro en determinadas zonas, como en el caso del albatros tiznado (Phoebetria palpebrata). Su plumaje tarda varios años en alcanzar la forma de un adulto reproductor.
La mayoría de los albatros se distribuyen por el Hemisferio Sur, desde la Antártida hasta Australia, Sudáfrica y América del Sur. La excepción la constituyen las cuatro especies del Pacífico Norte, tres de las cuales son exclusivas de esta región, de Hawái a Japón, California y Alaska; y una, el albatros de las Galápagos, que anida en las islas Galápagos y se alimenta en las costas sudamericanas. La necesidad de contar con viento, necesario para su vuelo de planeo, justifica su confinación en latitudes altas, ya que estas aves no están capacitadas para efectuar vuelos batiendo las alas, por lo que les resultaría muy difícil atravesar las zonas de calmas ecuatoriales. Esta especie, el albatros de las Galápagos, es capaz de vivir en aguas ecuatoriales en torno a las islas Galápagos debido a las aguas frías de la corriente de Humboldt y los vientos resultantes.
No se sabe con certeza por qué se extinguieron en el Atlántico Norte, aunque una subida del nivel medio de las aguas oceánicas, debido a un periodo de calentamiento interglacial, pudo conllevar el anegamiento de una colonia de albatros de cola corta enclavada en las Bermudas. Ocasionalmente se han avistado algunas especies meridionales divagantes en el Atlántico Norte, permaneciendo exiliadas en la zona durante décadas. Uno de estos especímenes «exiliados», un albatros de ceja negra volvió durante varios años a una colonia de alcatraces (Morus bassanus) en Escocia en una vana tentativa de reproducirse.
En su dieta predominan los cefalópodos, peces y crustáceos, aunque también son carroñeros y complementan su alimentación con zooplancton. Hay que tener en cuenta que para un gran número de especies sólo se conoce la dieta que mantienen durante el periodo de cría, época en que vuelven regularmente a tierra, lo que permite su estudio. La importancia de cada una de estas fuentes alimenticias en su dieta varía sustancialmente de una especie a otra, e incluso de una colonia a otra. Así, mientras unas especies basan su alimentación en los calamares, otras ingieren una mayor cantidad de krill o de pescado. De las dos especies de albatros localizadas en Hawái, el albatros de patas negras se alimenta básicamente de peces, mientras que el albatros de Laysan captura sobre todo calamares.
Los albatros son coloniales, por lo general nidifican en islas apartadas. En territorios de carácter más continental, se encuentran en promontorios con buen acceso al mar en varias direcciones, como en la península de Otago en Dunedin, Nueva Zelanda. Muchos albatros grises y albatros de patas negras anidan bajo árboles en bosque abierto. Las colonias varían desde acumulaciones muy densas, típicas de los albatros del género Thalassarche (las colonias de albatros de ceja negra en las islas Malvinas tienen una densidad media de 70 nidos por cada 100 m²), hasta grupos mucho más pequeños y con nidos individuales muy espaciados, típicos de los géneros Phoebetria y Diomedea. Todas sus colonias se sitúan en islas que históricamente se encontraban libres de mamíferos terrestres. Los albatros son muy filopátricos, esto es, que generalmente volverán a su colonia natal para reproducirse. Esta tendencia es tan fuerte, que un estudio sobre albatros de Laysan demostró que la distancia media entre el lugar de eclosión del huevo y el lugar donde el ave establece posteriormente su propio territorio es de 22 metros.
A pesar de su consideración como aves legendarias, los albatros no se han librado de la presión directa o indirecta de los humanos. Cuando los polinesios y los aleutas los descubrieron, se dedicaron a su caza, hasta tal punto que llegaron a desaparecer de algunas islas (como la de Pascua). Cuando los europeos comenzaron a navegar por todo el mundo, también comenzaron a cazar al albatros, «pescándolos» desde los barcos para servir de alimento, o simplemente disparándoles por diversión o deporte. Este deporte alcanzó su cénit en las rutas de emigración con destino a Australia y sólo se detuvo cuando los barcos se hicieron demasiado rápidos para pescar desde ellos y cuando se establecieron regulaciones que prohibían la utilización de armas de fuego a bordo por motivos de seguridad. En el siglo XIX sus colonias, en particular las del Pacífico Norte, fueron esquilmadas para el comercio de plumas, llevando casi a la extinción al albatros de cola corta.
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