Los
albatros constituyen un grupo de aves de porte grande a muy grande; son
los de mayor tamaño del orden Procellariiformes. Su pico es
grande, fuerte y aguzado, con el maxilar superior que termina en un gran
gancho. El pico está compuesto por varias placas córneas (ranfotecas) y
lateralmente presenta dos narinas con forma de tubos que acompañan
las caras laterales del pico, por donde expulsan la sal (y que dieron lugar al
antiguo nombre del orden Procellariformes: Tubinares). Las dos narinas
tubulares de todos los albatros se disponen a lo largo de ambos lados del pico,
al contrario de los demás Procellariiformes, en los que los tubos sólo se
sitúan en la parte superior del pico. Estos tubos permiten que tengan un
sentido del olfato especialmente desarrollado, algo raro entre las
aves. Como los demás Procellariiformes, utilizan esta capacidad olfativa para
localizar potenciales fuentes de alimento. Los albatros, al igual que los demás
Procellariiformes, necesitan bajar el contenido de sal que se podría acumular
en sus cuerpos a causa de sus ingestiones de agua de mar mientras se alimentan.
Todas las aves tienen una amplia glándula nasal en la base del pico, encima de
sus ojos, que elimina la sal a través de las fosas nasales.
Las patas no
tienen un dedo opuesto en la parte posterior, y los tres dedos anteriores están
totalmente unidos por una membrana interdigital, que les permite nadar, así
como posarse y despegar deslizándose sobre el agua. Sus patas son
particularmente fuertes en comparación con el resto de los Procellariiformes,
de hecho, entre los miembros de este orden sólo los albatros y los petreles
gigantes consiguen desplazarse con eficiencia en tierra.
El plumaje adulto
de la mayor parte de los albatros se caracteriza porque presenta una coloración
oscura en la parte superior de las alas, mientras que la parte inferior es
blanca, de forma similar a las gaviotas. Esta característica se presenta
de forma diferente dependiendo de las especies, desde el albatros real (Diomedea
epomophora), que es casi totalmente blanco excepto en las puntas y el extremo
posterior de las alas en los machos adultos, hasta el albatros de
Ámsterdam (Diomedea amsterdamensis) que cuenta con un plumaje muy
semejante al de los ejemplares jóvenes, en los que predominan los tonos
castaños, en especial en una banda que destaca en torno al pecho. Muchas
especies del género Thalassarche y albatros del Pacífico Norte tienen
unas marcas faciales, como manchas oculares, o manchas cenicientas o amarillas
en la cabeza y la nuca. Tres especies, el albatros de patas negras (Phoebastria
nigripes) y las dos especies de albatros oscuros (género Phoebetria), se
alejan por completo de los patrones habituales y son casi por completo de color
marrón oscuro, o gris oscuro en determinadas zonas, como en el caso del albatros
tiznado (Phoebetria palpebrata). Su plumaje tarda varios años en alcanzar
la forma de un adulto reproductor.
La
mayoría de los albatros se distribuyen por el Hemisferio Sur, desde
la Antártida hasta Australia, Sudáfrica y América
del Sur. La excepción la constituyen las cuatro especies del Pacífico Norte,
tres de las cuales son exclusivas de esta región, de Hawái a Japón, California y Alaska;
y una, el albatros de las Galápagos, que anida en las islas Galápagos y
se alimenta en las costas sudamericanas. La necesidad de contar con viento,
necesario para su vuelo de planeo, justifica su confinación en latitudes altas,
ya que estas aves no están capacitadas para efectuar vuelos batiendo las alas,
por lo que les resultaría muy difícil atravesar las zonas de calmas
ecuatoriales. Esta especie, el albatros de las Galápagos, es capaz de vivir en
aguas ecuatoriales en torno a las islas Galápagos debido a las aguas frías de
la corriente de Humboldt y los vientos resultantes.
No
se sabe con certeza por qué se extinguieron en el Atlántico Norte, aunque una
subida del nivel medio de las aguas oceánicas, debido a un periodo de
calentamiento interglacial, pudo conllevar el anegamiento de una colonia
de albatros de cola corta enclavada en las Bermudas.
Ocasionalmente se han avistado algunas especies meridionales divagantes
en el Atlántico Norte, permaneciendo exiliadas en la zona durante décadas. Uno
de estos especímenes «exiliados», un albatros de ceja negra volvió
durante varios años a una colonia de alcatraces (Morus bassanus)
en Escocia en una vana tentativa de reproducirse.
En
su dieta predominan los cefalópodos, peces y crustáceos,
aunque también son carroñeros y complementan su alimentación
con zooplancton. Hay que tener en cuenta que para un gran número
de especies sólo se conoce la dieta que mantienen durante el periodo de cría,
época en que vuelven regularmente a tierra, lo que permite su estudio. La
importancia de cada una de estas fuentes alimenticias en su dieta varía
sustancialmente de una especie a otra, e incluso de una colonia a otra. Así,
mientras unas especies basan su alimentación en los calamares, otras
ingieren una mayor cantidad de krill o de pescado. De las dos
especies de albatros localizadas en Hawái, el albatros de patas
negras se alimenta básicamente de peces, mientras que el albatros de
Laysan captura sobre todo calamares.
Los
albatros son coloniales, por lo general nidifican en islas apartadas. En
territorios de carácter más continental, se encuentran en promontorios con buen
acceso al mar en varias direcciones, como en la península de Otago en Dunedin, Nueva
Zelanda. Muchos albatros grises y albatros de patas negras anidan
bajo árboles en bosque abierto. Las colonias varían desde acumulaciones muy
densas, típicas de los albatros del género Thalassarche (las colonias
de albatros de ceja negra en las islas Malvinas tienen una
densidad media de 70 nidos por cada 100 m²), hasta grupos mucho más
pequeños y con nidos individuales muy espaciados, típicos de los géneros Phoebetria y Diomedea.
Todas sus colonias se sitúan en islas que históricamente se encontraban libres
de mamíferos terrestres. Los albatros son muy filopátricos, esto es,
que generalmente volverán a su colonia natal para reproducirse. Esta tendencia
es tan fuerte, que un estudio sobre albatros de Laysan demostró que
la distancia media entre el lugar de eclosión del huevo y el lugar donde el ave
establece posteriormente su propio territorio es de 22 metros.
A
pesar de su consideración como aves legendarias, los albatros no se han librado
de la presión directa o indirecta de los humanos. Cuando los polinesios y
los aleutas los descubrieron, se dedicaron a su caza, hasta tal punto
que llegaron a desaparecer de algunas islas (como la de Pascua). Cuando
los europeos comenzaron a navegar por todo el mundo, también comenzaron a cazar
al albatros, «pescándolos» desde los barcos para servir de alimento, o
simplemente disparándoles por diversión o deporte. Este deporte
alcanzó su cénit en las rutas de emigración con destino a Australia y
sólo se detuvo cuando los barcos se hicieron demasiado rápidos para pescar
desde ellos y cuando se establecieron regulaciones que prohibían la utilización
de armas de fuego a bordo por motivos de seguridad. En el siglo XIX sus
colonias, en particular las del Pacífico Norte, fueron esquilmadas
para el comercio de plumas, llevando casi a la extinción al albatros
de cola corta.
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