Tapir Centroamericano

El tapir centroamericano (Tapirus bairdii) conocido comúnmente como danta, danto, anteburro y macho de monte es una de las cuatro especies de tapires en el mundo y la única que se distribuye en México (Álvarez del Toro, 1991; Naranjo, 2001). Es el mamífero terrestre más grande del sureste mexicano con sus  dos metros de longitud y un peso que va desde los 150 kg a los  300 kg en los animales adultos (Naranjo, 2001; March y Naranjo, 2005). El tapir centroamericano es un animal de cuerpo robusto, con la cola pequeña, la cabeza grande y con una distintiva nariz en forma de trompa. Su pelaje es corto, de color café oscuro a negro en la mayor parte del cuerpo, presentando un color pálido en el pecho, garganta y puntas de las orejas. Sus extremidades son robustas, las anteriores presentan cuatro dedos y las posteriores tres dedos; todas con pezuñas. Las crías de tapir son de color café rojizo con un patrón de manchas y franjas blancas que son un excelente camuflaje y  que desaparecen en la edad adulta (Álvarez del Toro, 1991). De adultos, los tapires tienen pocos enemigos naturales, siendo los más importantes el jaguar (Panthera onca) y los cocodrilos..

El tapir centroamericano se distribuía desde el sureste de México hasta el noroeste de Colombia, habitando desde los bosques tropicales lluviosos y humedales costeros hasta bosques mesófilos de montaña y páramos a más de 3,500 msnm (Naranjo y Vaughan, 2000). En la actualidad la especie se distribuye en el sureste de México, Belice, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y el noroeste de Colombia, habiendo desparecido de El Salvador.

Los tapires habitan preferentemente en áreas boscosas de grandes extensiones con escasa perturbación y cuerpos de agua. Son hábiles nadadores y los cuerpos de agua son parte  fundamental de su hábitat, puesto que le sirven como refugio y sitios de descanso.

Su dieta es totalmente herbívora y consiste de hojas, brotes, frutos, flores y corteza de cientos de especies de plantas, por lo que es un depredador de ellas y un importante dispersor a grandes distancias de las mismas, por lo tanto, influyen directamente en la diversidad de plantas en el ecosistema. Los tapires pueden tener un papel único como dispersores de semillas de gran tamaño  (<20 mm), ya que son capaces de depositarlas  en lugares favorables para su germinación, donde ni siquiera los grandes primates   pueden llegar y por lo cual la desaparición de los tapires pudiera influir directamente en la desaparición de las diferentes especies vegetales de las que se alimenta.

Se ve amenazada principalmente por la destrucción del hábitat, y en menor grado por la caza

. La modificación de su hábitat ha sido muy perjudicial, ya que la población ha diezmado, se ha fragmentado, y además sufre persecución. Y es que se estima que alrededor del 70 % de las zonas forestales de América Central se han deforestado y alterado en los últimos 40 años.
Otro problema de la biología de la especie es que tienen una baja tasa de reproducción: tras 13 meses de gestación, la única cría pasa dos años con la madre. Esto contribuye a que la especie se recupere más lentamente de lo que desaparece.